Mitos y realidad sobre los ronquidos

¿Tu pareja parece león? ¿Te sientes estresada, porque además se duerme antes que tú? o bien ¿eres de las que se despierta con su propio ronquido? Te presentamos los mitos y realidad sobre los ronquidos.

  • Roncar es normal.

Mito. Un ronquido sólo es normal cuando se trata de una persona en buen estado físico, y ronca de manera muy esporádica. Según explican los médicos, en otras condiciones, si bien no necesariamente es síntoma de una enfermedad grave, sí es indicador de que algo anda mal. Puede producirse por factores anatómicos, como amígdalas de gran tamaño o un tabique nasal desviado, o bien producto de la obesidad o el sobrepeso.

  • Durmiendo de costado roncas menos.

Realidad. Si duermes boca arriba, la presión sobre el cuello es mayor. Por tanto, al girar el cuerpo, los ronquidos se suavizan.

  • Roncar no influye en la calidad de vida.

Mito. Muchas personas sienten que apenas pusieron la cabeza en la almohada se quedaron dormidos, sin embargo, durante el día tienen bastante somnolencia, además no logran un descanso y un sueño reparador, lo que afecta directamente en su calidad de vida.

  • A mayor edad, ronquidos más fuertes.

Realidad. Según profesionales de la salud, se debe a la laxitud de los tejidos. Al ser más flexibles, el aire pasa a través de ellos generando más ruido. Por otro lado, la capacidad torácica también es menor.

  • Usar almohadas especiales es la solución.

Mito. Olvídese de ellas. Aunque es cierto que, dependiendo de la posición del cuello, las vías respiratorias pueden ensancharse o estrecharse, lo normal es que puedas cambiar de postura a lo largo de la noche.

  • Los niños no roncan. 

Realidad. Los niños en general no roncan, pero sí se ha detectado ronquidos en niños que tienen problemas anatómicos como amígdalas y/o adenoides de gran tamaño, por lo tanto, expertos recomiendan que cuando un niño ronca es bueno consultar, porque no es normal.

Recuerda que hay otras situaciones que favorecen el ronquido: Consumir alcohol por la noche, el cansancio, el estrés y las pocas horas de sueño.

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