Uso terapéutico del veneno de abejas

Poco se habla acerca de la apiterapia, o uso terapéutico del veneno de abeja, que permite aliviar desgarros y reumatismos. Sus gotas en tanto, ayudan a enfrentar el Parkinson y Alzheimer. Pero ¿cómo se obtiene? Se trata de un proceso que se realiza tras la colocación de una placa dentro de la colmena donde las abejas pican un vidrio, mediante estimulación eléctrica de alto voltaje pero mínimo amperaje. Ellas no mueren, pues no se les retira el aguijón, dejando así una micro gota de veneno que seca rápidamente y se convierte en cristal.

La composición de los cristales de veneno de abeja o DBV (Dry Bee Venom) es una mezcla de glúcidos, aminoácidos y proteínas. Estas últimas son las responsables de tener un efecto terapéutico inhibiendo la producción de IL-1 (interluquina 1), una citoquina proinflamatoria que se produce en todos los procesos inflamatorios de nuestro cuerpo y que las empeora. Existen medicamentos que poseen el mismo efecto, sin embargo, su costo es altísimo, de colocación intrahospitalaria y con riesgo de depresión del sistema inmune, lo que no ocurre con el DBV.

Así lo asegura la terapeuta holística y distribuidora de estos productos Amalia Hermosilla, quien agrega que esta crema de veneno de abeja es útil para todos los procesos inflamatorios dolorosos como contracturas, desgarros, torceduras, esquinces, distensiones de ligamentos y lesiones deportivas en general. El veneno de abeja es eficiente para el reumatismo articular; artrosis, osteoartrosis y gota; y el no articular, como la artritis reumatoide, tendinitis, y fibromialgias. Se utiliza también en el tratamiento pre y post operatorio de cirugías plásticas.

La pomada del veneno de abeja puede presentar contraindicaciones en personas que usan betabloqueadores, es decir, antagonistas de la adrenalina, que es el medicamento indicado en caso de anafilaxis (reacción alérgica). La alerta se mantiene en embarazadas, niños menores de un año y para quienes consumen anticoagulantes, sean hemofílicos o diabéticos insulino dependientes; pues, como todos los venenos de insectos, el de las abejas es anticoagulante. Las personas alérgicas a las picadas de abeja pueden usarla sin problemas unas dos o tres veces al día.

Derivados apícolas

La terapia que entrega el uso de las gotas con veneno de abeja, está dada gracias a las propiedades neurotransmisoras de sus proteínas. Favorece al tratamiento del Parkinson, disminuyendo los temblores; Alzheimer, acortando la extensión de las lagunas mentales; y depresión, permitiendo una buena irrigación periférica del cerebro. Existen otros dos derivados apícolas: la jalea real y el propóleo. La primera es la leche que producen las abejas nodrizas para alimentar a la larva de la abeja reina; el segundo, lo obtenido por éstas de la  resina de los árboles.

La jalea real es una valiosa fuente de vitaminas del complejo B, mayormente riboflavina (B2), ácido pantoténico (B3) y ácido nicotínico (B5). Este alimento brinda importantes cantidades de oligoelementos y sustancias con capacidad hormonal. Su composición contribuye a mejorar aspectos cognitivos como la memoria. Además, se trata de un rejuvenecedor por excelencia, mejorando la circulación, piel y cabello. Por ello es un valioso revitalizante, destacándose en los hombres por su capacidad de mejorar la potencia sexual.

El propóleo posee propiedades antimicrobianas, cicatrizantes, antiinflamatorias, antioxidante e inmunoestimulantes. Su potente capacidad antioxidante le permitirá ganar espacios en la prevención de enfermedades como la aterosclerosis; en particular el infarto de miocardio, principal causa de mortalidad. Importantes estudios epidemiológicos realizados en Europa y Japón muestran que las poblaciones con mayor consumo de flavonoides, principales componentes del propóleo, tienen menor mortandad por enfermedades coronarias.

FOTO: Bioenciclopedia.com

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