La rutina y el amor

Sí, las relaciones se desgastan, pero sólo si queremos que así sea. Que levante la mano quien no cayó alguna vez en la rutina de ver siempre las mismas películas desgastadas de hace cinco años sin tener tiempo para ir al cine. Todas terminamos, tarde o temprano, siendo seguidoras fieles de sitios que nos entregan films gratis por internet y es que el trabajo y los deberes no nos dejan tiempo para hacer lo que muchas veces quisiéramos fuera nuestro panorama de cada fin de semana.

Los lugares se acaban, las cenas ya no tienen velas y las comidas son preparadas en nuestra cocina, con nuestras manos y un delantal sucio. Ves correr una gota de sudor por tu frente para hacer sonreír a tu novio, que cuando llega del trabajo está cansado. Sin embargo, con la cara llena de risa, somos las personas más adorables del planeta por un par de horas antes de dormir y somos capaces de conversar durante largo rato con una copa de vino o un vaso de bebida en la mano, porque lo amamos, a pesar de todo.

Los años no desgastan nada más que los panoramas novedosos, el amor no se destiñe si no lo lavamos con cloro. La rutina no es más que una enseñanza dolorosa y un motivo para terminar con una vida de pequeños placeres. Al final, el mayor pecado de la mujer y el ser humano es no fijarse en los detalles y no apreciar lo pequeño, porque es siempre lo más encantador.

“Las cosas buenas vienen en frascos chicos”, porque al igual que los perfumes, la esencia de la vida no de mide en cantidad, sino en calidad. Es como el sexo o como un café bien cargado en la mañana. No necesitamos de dos horas en la cama para llegar al cielo, ni de 20 años para sentir que nuestro corazón está completo.

Por eso, cuando sientas que tu relación va tocando fondo, no pienses en macro. Recuerda el brillo de sus ojos al mirarte luego de un beso o las caricias que te entrega después de hacerte el amor. Piensa en todas las veces que te ha abrazado por verte llorar y las otras tantas en las que una discusión los hizo unirse el doble.

Sé sincera contigo y piensa: ¿Es el amor como lo pintan en las películas de Disney?, estamos grandes para ser princesas y a estas alturas nadie que monte un caballo se viste de azul. Es mejor y más sensual imaginar que puedes quitar una corbata y usarla como antifaz, que pensar en un equino que ensuciará el patio, que probablemente tú tengas que limpiar.

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