¿Qué sucede cuando se altera el pH de la piel?

Mantener en armonía el pH ácido de la piel, implica no solo identificar los factores internos y externos que degradan nuestra barrera protectora cutánea, exponiéndonos a infecciones de todo tipo.

El uso de productos científicamente certificados también es de vital importancia para estar protegidos.

Últimamente el clima tiende a ser impredecible y esto, aunque parezca exagerado, puede afectar la salud de nuestra piel, ya que los cambios estacionales son un factor clave que incide en su sensibilidad.

De igual manera, exponernos a limpiadores de dudosa calidad, jabones detergentes, perfumes e incluso el lavado excesivo, altera el pH de la piel eliminando las grasas naturales y exponiéndonos a infecciones de todo tipo.

Para entender este concepto es importante recordar que el pH es la medida del grado de acidez o alcalinidad de una sustancia en una escala de 0 a 14, siendo 7 el pH químicamente neutro. Todo lo que esté por encima de 7 es alcalino y por debajo se considera ácido.

La piel es ácida por naturaleza

Nuestra piel está recubierta de un manto producido por ácidos grasos. Esa acidez nos confiere una protección natural que ayuda a preservar la barrera cutánea al mantener un pH ácido de entre 4.75 y 5.5 aproximadamente. Algunas áreas, como los pliegues axilares e inguinales, suelen tener un pH más elevado (6 a 6.2), porque están sujetas a un microambiente con poca ventilación y luz.

El pH natural de la piel, además de crear el ambiente propicio para mantener la flora bacteriana normal, ayuda a preservar la primera línea de defensa contra agentes externos agresivos.

 “Si tienes la piel alcalinizada estará reseca, perderá más agua y su microbiota natural se alterará, haciéndose mucho más susceptible a infecciones bacterianas, parasitarias y virales”, advierte la doctora Mara Loyo, especialista en dermatología clínica, quirúrgica y estética.

Indica que, entre los factores internos que pueden alterar el pH de la piel, se encuentran enfermedades como la dermatitis atópica, pero también hay aspectos propios de la naturaleza de los individuos como la pubertad, el embarazo y la menopausia, que tornan la piel más o menos ácida, según la persona.

Por otro lado, señala la especialista que la obesidad también está relacionada con cambios en el pH de la piel llevándola hacia lo alcalino. Además, existen factores externos como la suciedad, el lavado excesivo y el uso de cosméticos alcalinos, entre otros, que pueden modificar negativamente el pH de la piel.

“Ciertos medicamentos como los diuréticos y algunos antibióticos, así como la quimioterapia y la diálisis, pueden alterar el pH al cambiar las condiciones bacterianas de la micro biótica”.

El pH neutro es alcalino para la piel

Señala la doctora Loyo que muchas personas, por su salud, aseguran utilizar un jabón neutro. Sin embargo, explica que si ese jabón efectivamente es neutro y el pH de la piel es de 4.75 a 5.5, “están utilizando un producto con un pH 7 que resulta alcalino para la piel”. Advierte que se requieren productos que no lesionen o alteren el pH, por lo que estos no deben ser alcalinos sino ácidos, de entre 5 y 5.5.

Los jabones con detergente, que producen una gran cantidad de espuma, necesitan sustancias alcalinas para captar la grasa y el sucio. “En general todos los jabones detergentes son alcalinos”, afirma la especialista.

Sin embargo, señala que en las últimas décadas la industria biocosmética ha desarrollado productos limpiadores sin detergentes, conocidos como Syndet o “jabones sin jabón”, pues no producen espuma, pero tienen la capacidad de captar sucio y grasa de forma menos agresiva, conservando el manto hidrolipídico de la piel.

“El concepto de la limpieza asociado a la espuma tiene que cambiar, porque está anclado a una generación que siempre se bañó con jabones detergentes, incluso con jabón azul”.

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