Las alergias son una condición médica cuya gravedad se mueve en un abanico que va desde unos pocos síntomas respiratorios leves hasta complicaciones severas que rápidamente pueden poner en riesgo la vida de las personas que la sufren. Quizás, el más grave de estos desenlaces extremos es la anafilaxia.
¿Qué es la anafilaxia?
La anafilaxia es una reacción alérgica grave que desencadena rápidamente tras la exposición al agente alérgeno. Es más común en los casos de alergias alimentarias, medicamentosas o a picaduras de insectos, en las que una cantidad relativamente grande del alérgeno ingresa en el cuerpo, pero en instancias excepcionales puede darse también por inhalación de cantidades menores del mismo factor.
En esencia, una alergia consiste en una reacción inmune exagerada a una sustancia que el cuerpo reconoce como una amenaza pese a que en circunstancias no es necesariamente dañina. La anafilaxia es la más grave de estas reacciones.
El ingreso en el organismo del alérgeno no desencadena una anafilaxia por sí solo, en cambio, es la combinación del alérgeno junto a una actividad física de cierta intensidad la que eleva la gravedad de la alergia hasta provocar esta reacción grave.
Síntomas
Los síntomas de la anafilaxia incluyen reacciones cutáneas (como urticarias, picazón o enrojecimiento de la piel), descenso brusco de la tensión sanguínea (hipotensión), aumento súbito de la frecuencia cardíaca (taquicardia), inflamación de las vías respiratorias y la lengua o la garganta que causa dificultad respiratoria, signos gastrointestinales (como náuseas, vómito o diarrea) y mareos o desmayos.
En casos muy graves, puede llegar a provocar un Shock (afectación cardiovascular) que puede incluso llegar a ser mortal si no se ataja en poco tiempo.
Tratamiento
La primera actuación frente la anafilaxia es la administración rápida de una inyección de epinefrina (adrenalina), que reduce la respuesta del organismo ante el alérgeno. Además de ello, pueden ser útiles otros fármacos como antihistamínicos y cortisona intravenoso (que reducen las manifestaciones inflamatorias y pueden por ejemplo, minimizar la dificultad respiratoria) o agonista beta (como el albuterol).
En las instancias en las que la dificultad respiratoria es particularmente severa, el afectado puede necesitar la administración de oxigeno como parte de la asistencia respiratoria.
Si el shock es muy fuerte, será necesario practicar maniobras de reanimación cardiopulmonar.
